martes, 29 de marzo de 2011

Islas que debes visitar antes de morir

Recorrimos el planeta para encontrar 10 islas que deberían estar incluidas en toda lista de lugares para visitar. Cada una ofrece algo que no se puede encontrar en ningún otro lado, desde el archipiélago artificial más grande del mundo hasta aguas termales tan terapéuticas que han sido populares desde épocas romanas.


Si va a imaginar que está en una isla exótica, ¡atrévase a soñar a lo grande!. A continuación, 10 islas únicas donde encontrará todo lo que busca en un lugar ideal, desde bungalows sobre el agua y vida silvestre inmaculada, hasta comida callejera sublime y misteriosos monumentos culturales.


1. Bali


Encuentre su centro en una isla tan espiritual que se ha vuelto famosa como la “isla de los dioses”. La cálida esencia espiritual que descubrió ahí la escritora Elizabeth Gilbert y que celebró en la novela Eat, Pray, Love, ha sido algo característico de Bali durante siglos. Es una de 17,000 islas en el archipiélago indonesio –y la única en la que la población es de mayoría hindú (93 por ciento). Lo que es todavía más impresionantees que aún hay celebraciones espirituales casi todos los días. Tres templos hindúes en el Besakih (el Templo Madre de Bali) sobrevivieronuna erupción volcánica en 1963, que destruyó aldeas cercanas pero que se quedó a apenas unos metros de alcanzar este complejo en lo alto del Monte Agung. El acontecimiento aún es considerado un milagro por los habitantes, quienes llegan en procesiones con regularidad; equilibran ofrendas sobre sus cabezas y suben los escalones al sonido de mantras, campanas y el fuerte ruido que hacen las banderas balinesas ceremoniales umbul-umbul al ondear. A los interesados en explorar su espiritualidadpodría agradarles Nirarta Centre, un hotel de 11 habitaciones en medio de terrazas de arroz y jardines que realiza sesiones diarias de meditación. Después de encontrar ahí su centro, canalice esa energía en caminatas por la selva y en sesiones de buceo y surfing con olas impresionantes, en playas donde hay arena blanca y fina así como negra y volcánica. Exhale con un telón de fondo de arrozales y atardeceres como de pintura impresionista que iluminan el Océano Índico.


2. Vieques, Puerto Rico


Experimente la bahía bioluminescente más cristalina del mundo. Cuando la Armada de Estados Unidos se fue de Vieques en el 2003, después de más de 60 años, dejó algo tras su partida: naturaleza virgen. Terrenos que alguna vez fueron usados para prácticas de bombardeo han sido designados como refugios para la vida silvestre. Hasta el momento, solo hay unos cuantos centros turísticos grandes como los que se pueden encontrar en la isla principal de Puerto Rico –en lugar de eso, encontrará alojamientos acogedores como el Great Escape B&B, con un nombre que le va a la perfección y donde se sirve el desayuno junto a la alberca (precio mínimo: 115 dólares). Sólo hay dos ciudades notables (la población es de menos de 10,000 habitantes): Isabel Segunda en la parte norte de la isla y el poblado mucho más pequeño de Esperanza en el sur. El efecto es que cuando llega a una playa al final de un camino de terracería, tendrá como recompensa encontrar un lugar en gran parte solitario. Playa de la Chiva atrae a los aficionados al buceo y el snorkel durante el día, pero el verdadero motivo por el que Vieques debe estar en su lista de lugares para visitar antes de morir es Puerto Mosquito. De las siete bahías bioluminescentes del planeta, Puerto Mosquito es la más impresionante, gracias a la claridad y brillo de sus aguas. Programe su visita una noche en la que no se vea la luna para ir a nadar o dar un recorrido en kayak y será recibido por miles de millones de microorganismos llamados dinoflagelados, que iluminan el agua con un mágico brillo verde azuloso (Aqua Frenzy kayaks ofrece recorridos a partir de 30 dólares por persona). Es como nadar en una acuarela.


3. Isla de Pascua, Chile


Reflexione sobre una de las civilizaciones más misteriosas en la historia. Con la masa continental más cercana, Chile, a más de 3,500 km de distancia, la Isla de Pascua es tan remota como misteriosa. Nadie sabe con exactitud por qué hay alrededor de 900 monolitos de piedra gigantescos esparcidos por esta aislada franja de tierra con una superficie de 160 km cuadrados en medio del Pacífico Sur –y esos largos rostros de piedra conservan el secreto. Durante varios cientos de años, los monolitos de la isla, llamados moáis, han sido centinelas silenciosos incluso al tiempo que la civilización que los creó colapsó y fue seguida por un flujo constante de turistas. Creados para ser colocados encima de altares de piedra (llamados ahu), los moái miden en promedio cuatro metros de altura y pesan casi catorce toneladas cada uno; la mayoría están boca abajo, al haber sido derribados durante guerras civiles en los siglos XVII y XVIII. Un punto particularmente atractivo es Rano Raraku, el volcán colapsado en el que se tallaron muchos de los moáis y donde todavía hay casi 400 figuras, todas en diferentes etapas de creación. La isla tiene un solo poblado, Hanga Roa, donde usted se puede alojar en el Vai Moana, un discreto hotel con 18 habitaciones en bungalows (precio mínimo 102 dólares, incluyendo desayuno y trayecto de ida y vuelta al aeropuerto). También puede pasear por la costa volcánica, a través de colinas cubiertas de hierba, sin toparse con otro ser humano que pudiera romper el encanto de la Isla de Pascua.


4. Ischia, Italia


Reviva con aguas termales terapéuticas y tratamientos corporales de lodo. Esta isla volcánica en la Bahía de Nápoles tiene aguas termales tan terapéuticas que han atraído admiradores durante 2,000 años. Griegos, romanos y turcos descubrieron pronto que las humaredas, aguas termales y lodo caliente de Ischia tenían el poder de aliviar músculos adoloridos –o simplemente para consentirse un poco. Los viajeros de hoy en día también se consienten con masajes y tratamientos corporales de lodo, cortesía de las características geotérmicas de la isla, que ayudan a llenar las veintidós albercas termominerales del spa frente a la playa Giardini di Poseidon Terme. Después de su tratamiento de elección, quítese las sandalias para dar una caminata por la playa o visite el Castello Aragonese, del siglo XV. También puede darle un vistazo al estilo de vida glamoroso del jet-set asociado con Italia y representado en la película “The Talented Mr. Ripley”, filmada en locaciones de Ischia. Alójese en el Hotel Villa Angelica, dirigido por una familia y cuyo jardín incluye, naturalmente, una alberca termal con Jacuzzi (a partir de 75 dólares, incluyendo desayuno).


5. Chiloé, Chile


Experimente una cultura y vida silvestre que evolucionaron en aislamiento. Aunque el exuberante archipiélago de Chiloé, cubierto de nubes, se encuentra frente a la costa occidental de Chile, su historia, costumbres e idioma se parecen poco a los de su territorio continental, o a cualquier otro lado en el mundo, debido a su aislamiento. Los agricultores locales han transmitido una mitología de gnomos –y de bosques llenos de brujas y barcos fantasmas. Los templados bosques valdivianos están protegidos dentro del Parque Nacional Chiloé. En el Pacífico, delfines, pingüinos, nutrias y las criaturas más grandes en la historia –las ballenas azules- son estudiados y protegidos por el Centro de Conservación Cetácea.
En la ciudad de Castro, en el centro de Chiloé, puede pedir un humeante curanto (mariscos, carne y papa) y darle un vistazo a las artesanías de madera y coloridas prendas de vestir de lana chilena. Los residentes aún viven en los tradicionales palafitos (casas construidas en pilares sobre cuerpos de agua). Los misioneros jesuitas, quienes llegaron en pequeñas cantidades durante el siglo XVII, usaron materiales y técnicas de construcción locales para crear capillas exquisitas. Su obra sobrevive en más de cincuenta iglesias de madera que pueden encontrarse en comunidades como Castro, Nercón, Chonchi, Dalcahue y Quinchao; su apariencia refleja un híbrido de estilos europeos e indígenas que no encontrará en ningún otro lugar del planeta.


6. Bora Bora, Polinesia francesa


Alójese en su propio bungalow sobre el agua en la isla idílica más famosa del mundo. Si se imagina en una isla de la Polinesia Francesa, Bora Bora es el lugar adecuado para visualizarse en una hamaca. Incluso el novelista James Michener, quien escribió grandes épicas ambientadas en el Pacífico Sur y más allá, la nombró la isla más hermosa del mundo. Bora Bora es parte de las Islas de la Sociedad, al noroeste de Tahití, y sus arrecifes e islotes de tierras bajas son dominados por el Monte Pahia y el Monte Otemanu, picos gemelos que forman un volcán extinto al interior de la isla. Centros turísticos de lujo y extremadamente caros a lo largo de la costa occidental –así como varias posadas y propiedades vacacionales de renta- presentan bungalows de techo de paja, construidos sobre pilares encima de cuerpos de agua poco profundos y cristalinos.


(Maitai Resort es una opción comparativamente barata, si se toma en cuenta que la competencia puede costar más de 800 dólares, con habitaciones con precios mínimos de 198 dólares y bungalows de 40 dólares, con impuestos incluidos). Póngase un sarong y relájese mientras disfruta de una vista kilométrica e interminables de lagunas y playas de arena blanda. Es un lugar lujoso, definitivamente, pero lo que tiene todavía más valor es la filosofía de los residentes de Bora Bora: aita pea pea. En otras palabras, “no te preocupes”.


7. Cayo Hueso, Estados Unidos


Visite “Margaritaville”, la utopía de Jimmy Buffett. Un estilo de vida relajado y playero aunado a una escena artística llamativa dan como resultado un atractivo único en esta isla de tierras bajas (altitud máxima: 5.5 metros). Cayo Hueso inspiró a Jimmy Buffett, el baladista originario de Mississippi, y aún es un lugar sagrado para sus seguidores –los “parrotheads”, como se conoce a sus fans, que llegan al lugar durante todo el año y mantienen viva a la utopía mítica de Margaritaville. Tennessee Williams, Harry S. Truman y Ernest Hemingway también fueron seducidos por la isla. Cayo Hueso, que desafía categorizaciones, es la capital de “Conch Republic”, como se le llama en broma a la micro nación formada en 1982 por residentes orgullosos de su estilo de vida liberal. Las playas de arena natural son sorprendentemente raras en la isla, pero teniendo la oportunidad de practicar 'snorkel' sobre el único arrecife de coral vivo en Norteamérica y disfrutar la compañía de una colección de 400 especies de peces tropicales en tonos Technicolor sería una lástima pasar ese tiempo en tierra. Después de salir a la superficie, puede dirigirse a Mallory Square para ver a los artistas callejeros durante el evento Sunset Celebration, que se realiza todos los días. Después, vaya a beber a “Duval Crawl”, un conjunto de bares en edificios de principios del siglo XX a lo largo de Duval Street. De ahí, puede dar una placentera caminata de 15 minutos para llegar a la posada Grand Guesthouse (precio mínimo: 98 dólares con desayuno incluido).


8. Penang, Malasia


Disfrute de la singular fusión de culturas y sabores de Malasia. Comience probando comida en los puestos que llenan las calles de Georgetown, la ciudad más grande de Penang y capital gastronómica de Malasia. La exquisita variedad de comida que se ofrece mezcla memorablemente sabores malayos, chinos, indios y europeos. Los aficionados a la gastronomía que busquen una dicha suprema deberán dirigirse al mercado Ayer Itam –junto a Kek Lok Si (el Templo de la Dicha Suprema)- para disfrutar de una diversidad de platillos basados en arroz, fideos, pescado, mariscos, pollo, puerco, verduras, huevo y coco. Pruebe el lor bak (carne molida de puerco, marinada y frita servida con salsa picante); lok-lok (mariscos, carne y verduras en brochetas); e ikan bakar (pescado asado, marinado con especias y leche de coco, envuelto en hojas de plátano y preparado al carbón). La misma fusión de culturas es evidente en la arquitectura local, que va desde rascacielos modernos hasta edificios construidos en el siglo XIX por colonialistas británicos. A esto se suman centros turísticos en la playa, reservas de manglares, pequeñas aldeas pesqueras y varios templos, mezquitas e iglesias. Kek Lok Si ejemplifica a la perfección esta coexistencia. Con siete pisos, es el templo budista más grande del sureste de Asia y refleja los valores compartidos del budismo Mahayana y Theravada –diseñado sobre una base china octagonal, con un piso medio con acentos tailandeses y la parte superior de estilo birmano.


9. Galápagos


Siga los revolucionarios (y evolutivos) pasos de Charles Darwin. La tortuga que lleva el mismo nombre de las islas es sólo uno de los motivos para visitar este archipiélago habitado por más de 500 espectaculares especies nativas que no se pueden encontrar en ningún otro lado del mundo. Charles Darwin visitó el lugar en 1835 y eso despertó su curiosidad, lo que lo llevó a escribir su importante libro y realizar la observación de que estas islas son el “laboratorio de la evolución”. Gran parte del caleidoscopio biológico señalado por Darwin –como pingüinos, leones marinos, pinzones, alcatraces patiazul- aún resulta visible en las islas Galápagos, ubicadas a más de 970 km al oeste de Ecuador. En Isla Española, podrá ver al albatros de las Galápagos, con una envergadura de más de dos metros. Los operadores de recorridos turísticos navegan por las islas con todo tipo de naves, desde catamaranes de lujo hasta lanchas de motor y muchos emplean a naturalistas para guiar a los viajeros a través de las rocosas costas, lagunas, arrecifes de coral, bahías y playas de arena blanca de archipiélago. Gap Adventures ofrece itinerarios para grupos pequeños que frecuentemente incluyen comidas, el boleto de avión desde Quito y un camarote a bordo de un barco para 16 pasajeros. La vida terrestre es sólo la mitad de la ecuación, así que lleve su máscara de buceo, tubo de snorkel y traje acuático.


10. Palm Islands, Dubai


Fórmese su propia opinión sobre el archipiélago más grande creado por el hombre. La naturaleza crea y destruye islas todos los días, pero se necesitó un flujo supernatural de efectivo y crédito para crear lo que los urbanistas esperan que sea el archipiélago permanente de Palm Islands. Tomando como base un bosquejo dibujado por un jeque, las islas artificiales más grandes del mundo están siendo formadas y moldeadas como centros turísticos: el Palm Jumeirah, Palm Jebel Ali y Palm Deira. Cada obra en desarrollo está diseñada para atraer a los turistas, quienes pueden proporcionar una fuente renovable de ingresos (aún mejor que los combustibles fósiles). Si todo sale bien, las tres islas serán el foco principal de Dubai y se convertirán en un conjunto importante de spas, centros turísticos, residencias de lujo, villas y centros comerciales en Medio Oriente. Palm Jumeirah ya cuenta con un centro turístico Atlantis y con un parque acuático en funcionamiento, así como un hotel Trump cuya inauguración está programada para este año. (Una opción más concreta fuera de las islas es el hotel Arabian Courtyard, cuyas habitaciones tienen piso de madera y tapicería ricamente colorida, con precios de incluso 100 dólares por noche). Algunas islas podrían ser más exóticas –y sin duda menos caras- pero ninguna fue creada con la misma ingeniería y ambición.




fuente: noticias.yahoo.com

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