Desde pequeños esta sociedad mediante la televisión, los periódicos, la familia y los amigos, nos han enseñado siempre a querer las mejores cosas y las más grandes. Buscamos tener el mejor auto, la casa mas grande, el traje mas caro, las prendas mas brillantes, hasta que un día nos damos cuenta que no somos felices y nos hacemos la triste pregunta, ¿Por qué somos infelices si tenemos de todo lo mejor?
Exactamente porque tratamos de tener todo y lo mejor es que somos infelices, nos compramos lo mejor de lo mejor sin darnos cuenta que lo que nos proporciona la felicidad son aquellas pequeñas cosas a las que ni siquiera les damos importancia, son aquellas cosas que nos perdemos por el afán diario de buscar la manera de tener lo mejor.
Las cosas que nos hacen felices son muchas veces aquellas que menos importancia le damos. Hace años caminaba por este mundo tratando de tener lo mejor para mis hijos y para la que era mi esposa y deje de disfrutar de lo que verdaderamente valía la pena.
Ahora me arrepiento de haber "perdido el tiempo", en este ultimo año en el cual he estado desempleado, he aprendido a ver la vida desde otro punto de vista. Por eso ahora puedo decir que trato de disfrutar cada segundo al máximo en lo que sé que me hará feliz y que recordaré para siempre.
El tiempo que pueda pasar con mi familia, mis amigos, mi nuevo amor, quiero disfrutarlo al máximo. El amanecer y quedarse en la cama hasta tarde abrazados, el poder disfrutar del caminar juntos, del disfrutar de los atardeceres, del poder disfrutar de una buena barbacoa. Son momentos, solo pequeños momentos que recordare para siempre y que me hacen feliz.
La felicidad no es un auto nuevo, una casa grande, todo el dinero del mundo, no, la felicidad es la suma de muchos pequeños momentos felices, esos segundos, minutos y horas, hace que la vida valga.
Lo aprendí tarde, pero al menos a tiempo...
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