sábado, 30 de octubre de 2010

Las Nueve Vacas

Dos amigos marineros viajaban en un buque carguero por todo el mundo, y andaban todo el tiempo juntos. Así que, esperaban la llegada a cada puerto para bajar a tierra, encontrarse con mujeres, beber y divertirse.

Un día llegan a una isla perdida en el Pacífico, desembarcan y se van al pueblo para aprovechar las pocas horas que iban a permanecer en tierra.

En el camino se cruzan con una mujer que está arrodillada en un pequeño río lavando ropa.

Uno de ellos se detiene y le dice al otro que lo espere, que quiere conocer y conversar con esa mujer. El amigo, al verla y notar que esa mujer no es nada del otro mundo, le dice que para qué, si en el pueblo seguramente iban a encontrar chicas más lindas, más dispuestas y divertidas.

Sin embargo, sin escucharlo, el primero se acerca a la mujer y comienza a hablarle y preguntarle sobre su vida y sus costumbres.

Cómo se llama, qué es lo que hace, cuantos años tiene, si puede acompañarlo a caminar por la isla.

La mujer escucha cada pregunta sin responder ni dejar de lavar la ropa, hasta que finalmente le dice al marinero que las costumbres del lugar le impiden hablar con un hombre, salvo que este manifieste la intención de casarse con ella, y en ese caso debe hablar primero con su padre, que es el jefe o patriarca del pueblo.

El hombre la mira y le dice: “Está bien. Llévame ante tu padre. Quiero casarme contigo”.

El amigo, cuando escucha esto, no lo puede creer. Piensa que es una broma, un truco de su amigo para entablar relación con esa mujer. Y le dice: “¿Para qué tanto lío? Hay un montón de mujeres más lindas en el pueblo. ¿Para qué tomarse tanto trabajo?”.

El hombre le responde: “No es una broma. Me quiero casar con ella. Quiero ver a su padre para pedir su mano”.

Su amigo, más sorprendido aún, siguió insistiendo con argumentos tipo:

“¿Tu estás loco?”, “¿Qué le viste?”, “¿Qué te pasó?”, “¿Seguro que no tomaste nada?” y cosas por el estilo.

Pero el hombre, como si no escuchase a su amigo, siguió a la mujer hasta el encuentro con el patriarca de la aldea.

El hombre le explica que habían llegado recién a esa isla, y que le venía a manifestar su interés de casarse con una de sus hijas. El jefe de la tribu lo escucha y le dice que en esa aldea la costumbre era pagar una dote por la mujer que se elegía para casarse.

Le explica que tiene varias hijas, y que el valor de la dote varía según las bondades de cada una de ellas, por las más hermosas y más jóvenes se debía pagar 9 vacas, las había no tan hermosas y jóvenes, pero que eran excelentes cuidando los niños, que costaban 8 vacas, y así disminuía el valor de la dote al tener menos virtudes.

El marino le explica que entre las mujeres de la tribu había elegido a una que vio lavando ropa en un arroyo, y el jefe le dice que esa mujer, por no ser tan agraciada, le podría costar 3 vacas.

“Está bien” respondió el hombre, “me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas”.

El padre de la mujer, al escucharlo, le dijo: “Ud. no entiende. La mujer que eligió cuesta tres vacas, mis otras hijas, más jóvenes, cuestan nueve vacas”.
“Entiendo muy bien”, respondió nuevamente el hombre, “me quedo con la mujer que elegí y pago por ella nueve vacas”.

Ante la insistencia del hombre, el padre, pensando que siempre aparece un loco, aceptó y de inmediato comenzaron los preparativos para la boda, que iba a realizarse lo antes posible.

El marinero amigo no lo podía creer. Pensó que el hombre había enloquecido de repente, que se había enfermado, que se había contagiado de una rara fiebre tropical. No aceptaba que una amistad de tantos años se iba a terminar en unas pocas horas. Que él partiría y su mejor amigo se quedaría en una perdida islita del Pacífico.

Finalmente, la ceremonia se realizó, el hombre se casó con la mujer nativa, su amigo fue testigo de la boda y a la mañana siguiente partió en el barco, dejando en esa isla a su amigo de toda la vida.

El tiempo pasó, el marinero siguió recorriendo mares y puertos a bordo de los barcos cargueros más diversos y siempre recordaba a su amigo y se preguntaba: “¿qué estaría haciendo?, ¿cómo sería su vida?, ¿viviría aún?”.

Un día, el itinerario de un viaje lo llevó al mismo puerto donde años atrás se había despedido de su amigo. Estaba ansioso por saber de él, por verlo, abrazarlo, conversar y saber de su vida.

Así es que, en cuanto el barco amarró, saltó al muelle y comenzó a caminar apurado hacia el pueblo.

“¿Dónde estaría su amigo?, ¿Seguiría en la isla?, ¿Se habría acostumbrado a esa vida o tal vez se habría ido en otro barco?”

De camino al pueblo, se cruzó con un grupo de gente que venía caminando por la playa, en un espectáculo magnífico.Entre todos, llevaban en alto y sentada en una silla a una mujer bellísima. Todos cantaban hermosas canciones y obsequiaban flores a la mujer y esta los retribuía con pétalos y guirnaldas.

El marinero se quedó quieto, parado en el camino hasta que el cortejo se perdió de su vista. Luego, retomó su senda en busca de su amigo.

Al poco tiempo, lo encontró. Se saludaron y abrazaron como lo hacen dos buenos amigos que no se ven durante mucho tiempo.

El marinero no paraba de preguntar: “¿Y cómo te fue?, ¿Te acostumbraste a vivir aquí?, ¿Te gusta esta vida?, ¿No quieres volver?”

Finalmente se anima a preguntarle: “¿Y como está tu esposa?”

Al escuchar esa pregunta, su amigo le respondió: “Muy bien, espléndida. Es más, creo que la viste llevada en andas por un grupo de gente en la playa que festejaba su cumpleaños”.

El marinero, al escuchar esto y recordando a la mujer insulsa que años atrás encontraron lavando ropa, preguntó: “¿Entonces, te separaste? No es la misma mujer que yo conocí, ¿no es cierto?”.

“Si” dijo su amigo, “es la misma mujer que encontramos lavando ropa hace años atrás”.

“Pero, es muchísimo más hermosa, femenina y agradable, ¿cómo puede ser?”, preguntó el marinero.

“Muy sencillo” respondió su amigo. “Me pidieron de dote 3 vacas por ella, y ella creía que valía 3 vacas. Pero yo pagué por ella 9 vacas, la traté y consideré siempre como una mujer de 9 vacas. La amé como a una mujer de 9 vacas. Y ella se transformó en una mujer de 9 vacas”.


Cuando alguien nos valora y nos estimula, con sinceridad y amor, obramos cambios impensados...



¡¡¡ No dejes que te pinchen los globos!!!

Hay dos clases de personas:

Las que sueñan, ríen, creen en su potencialidad, saben que pueden cambiar las cosas con amor, están seguros de poder tenerlo todo en la vida: una pareja estable que te ame, un empleo que te llene y que sigas surgiendo, tener una vida llena de felicidad y alegrías. (claro habrán momentos de dolor y soledad, pero la vida vale la pena vivirla y poder realizar tus sueños).

Hay otra clase de gente que le gusta pincharle los globos a los demás. Son las que creen que todo está en el destino, que nada se puede cambiar, que no creen que los sueños se hagan realidad, no les gusta ver que otros rían, sueñen, sonrían y crean en la felicidad. Estas personas son expertas en pinchar globos. Son las que miran con desdén a los que sueñan, son alegres, creen en la amistad y el amor. Son los que oirás decir: si pero nada es perfecto. no puedes tener todo lo que quieres, los sueños son solo eso, sueños de gente crédula.

Yo he conocido esa clase de gente: pincha sueños. Pero puedo asegurarte que tu vida puede ser lo que quieres. En mi vida siempre ha habido magia, y en tu vida también puede haber magia. Solo hay que conectarse con el amor y la abundancia. Sueña, sueña mucho y en grande. Pon tu corazón, tu alma y ganas en realizar tu sueño. Y comienza a actuar en la dirección que te proporcione lo que deseas.

Si quieres a tu lado una pareja sana emocionalmente, que te ame y te sientas plena con tu pareja. Comienza a cambiar tus parámetros mentales. Comienza a amarte, darte cariño, borrar de tu mente lo negativo que piensas de los hombres o de las mujeres. Limpia tu corazón y tu alma, empieza a perdonar.

Si quieres un empleo maravilloso, comienza a pedirlo todos los días, mírate trabajando en ese empleo, y pidele al Dios, concientiza lo que deseas y se hará realidad. Claro que tienes que prepararte a nivel profesional, pero tendras la mejor ayuda: el cielo conspirando para hacer tu sueño realidad.

Cualquier cosa que desees, pidelo desde el corazón a Dios, y espera confiado(a). 

¡Si lo que pides es bueno para ti se te dará, si no es bueno, El te dará algo mejor!

Mi Esposa me recomendó salir con mi madre


"Tu sabes que la amas"
-me dijo un día, tomándome por sorpresa.
"La vida es muy corta, dedícale tiempo."

"Pero yo te amo a Ti"
- protesté. Lo sé. Pero también la amas a Ella.

La otra mujer a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi Madre, viuda desde hace unos años, pero las exigencias de mi trabajo y mis hijos hacían que sólo la visitara ocasionalmente.

Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine.

"¿Qué te ocurre? ¿Estas bien?" me preguntó.

Mi madre es el tipo de mujer que una llamada tarde, en la noche o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.

"Creí que sería agradable pasar algún tiempo Contigo", le respondí. "Los dos solitos"... ¿Que opinas?

Reflexionó sobre ello un momento.

"Me gustaría muchísimo", dijo.

Ese viernes mientras conducía para recogerla después de mi trabajo me encontraba nervioso, era el nerviosismo que antecede a una cita...

Y, Por Dios, cuando llegué a su casa, vi que Ella también estaba muy emocionada. Me esperaba en la puerta con su viejo abrigo puesto, se había rizado el pelo y usaba el vestido con el que celebró su último aniversario de bodas, su rostro sonreía, irradiaba luz como un angel.

"Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy emocionadas" - me comentó mientras subía a mi auto. 
"No podrán esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada".

Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero si muy acogedor, mi Madre se aferró a mi brazo como si fuera "La Primera Dama de la Nación".

Cuando nos sentamos tuve que leerle el menú. Sus ojos sólo veían grandes figuras. Cuando iba por la mitad de las entradas, levanté la vista; mi Mamá está sentada al otro lado de la mesa y sólo me miraba. Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los labios.

"Era Yo quien te leía el menú cuando eras pequeño ¿Recuerdas?“
"Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolver el favor" -respondí.

Durante la cena tuvimos una agradable conversación, nada extraordinario, sólo ponernos al día uno con la vida del otro. Hablamos tanto que nos perdimos el cine

"Saldré Contigo otra vez, pero sólo si me dejas invitar" , dijo mi madre.

Cuando la llevé a su casa, la sentí, la besé, la abracé, le dije cuanto la quería.

"¿Cómo estuvo la cita?" - quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche.
"Muy agradable, gracias ". La miré complacido diciéndole, "Mucho más de lo que imagine".

Un mes mas tarde mi Madre murió de un infarto, todo fue tan rápido, no pude hacer nada. Al poco tiempo recibí un sobre del restaurante donde habíamos cenado mi Madre y Yo, contenía una nota que decía:

"La cena está pagada por anticipado, estaba casi segura que no podría estar allí, pero igual pagué para dos, para Ti y tu Esposa, ….jamás podrás entender lo que aquella noche significó para Mi. Te amo"! Tu Mamá...

En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo "TE AMO” y darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu Familia, dales tiempo porque ellos no pueden esperar.
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