Se cuenta que en una ciudad de un pueblo de cualquier pais, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía
haciendo pequeños mandados y recibiendo limosnas.
Diariamente, algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 centavos y otra de tamaño menor, pero de 1 dolar.
Él siempre agarraba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó
aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió:
- "Lo sé, no soy tan tonto, vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguito
se acaba y no voy a ganar más mi moneda."
Moraleja: Quien parece tonto, no siempre lo es. Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos. Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.
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