martes, 26 de julio de 2011

Diario de un perro

Semana 1:
Hoy cumplí una semana de nacido, ¡Qué alegría haber llegado a este mundo!


Mes 01:
Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar.


Mes 02:
Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta, y con sus ojos me dijo adiós. Esperando que mi nueva "familia humana" me cuidara tan bien como ella lo había hecho.


Mes 04:
He crecido rápido; todo me llama la atención. Hay varios niños en la casa que para mí son como "hermanitos". Somos muy inquietos, ellos me jalan la cola y yo les muerdo jugando.


Mes 05:
Hoy me regañaron. Mi ama se molestó porque me hice "pipí" adentro de la casa; pero nunca me habían dicho dónde debo hacerlo. 


Mes 06:
Soy un perro feliz. Tengo el calor de un hogar; me siento tan seguro, tan protegido. Creo que mi familia humana me quiere y me consiente mucho. Cuando están comiendo me convidan. El patio es para mi solito y nunca me educan. Ha de estar bien todo lo que hago.


Mes 12:
Hoy cumplí un año. Soy un perro adulto. Mis amos dicen que crecí más de lo que ellos pensaban. Que orgullosos se deben de sentir de mí.


Mes 13:
Qué mal me sentí hoy. "Mi hermanito" me quitó la pelota. Yo nunca agarro sus juguetes. Así que se la quité. Pero mis mandíbulas se han hecho muy fuertes, así que lo lastimé sin querer. Después del susto, me encadenaron al sol casi sin poderme mover. Dicen que van a tenerme en observación y que soy ingrato. No entiendo nada de lo que pasa.


Mes 15:
Ya nada es igual... vivo afuera. Me siento muy solo, mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo hambre y sed. Cuando llueve no tengo techo que me cobije.


Mes 16:
Hoy me soltarón. ¡¡De seguro mi familia me mi querian otra vez!! Me puse tan contento que daba saltos de alegría. Movía mi rabito como nunca. Encima, me van a llevar con ellos de paseo. Vamos hacia la carretera y de repente se detienen. Abrieron la puerta y yo me bajé feliz creyendo que era un "día de campo".


No comprendo por qué cerraron la puerta y se fueron. "¡Oigan, esperen! Se... se olvidan de mí". Corrí detrás de ellos con todas mis fuerzas. Mi angustia crecía al darme cuenta, que casi me desvanecía y ellos no se detenían: me habían olvidado.


Mes 17:
He tratado en vano de buscar el camino de regreso a casa. Me siento solo y estoy perdido. En mi camino hay gente de buen corazón que me ve con tristeza y me da algo de comer. Yo les agradezco con mi mirada y desde el fondo con mi alma. Yo quisiera que me adoptaran y seria leal como ninguno. Pero solo dicen "pobre perrito", se ha de haber perdido.


Mes 18:
El otro día pasé por una escuela y vi a muchos niños y jóvenes como mis "hermanitos". Me acerqué, y un grupo de ellos, riéndose, me lanzó unas piedras, a ver quien tenia mejor puntería.


Una de esas piedras me dio en el ojo y desde entonses ya no veo por el.


Mes 19:
Parece mentira, cuando estaba más bonito se compadecían más de mí. Ya estoy muy flaco; mi aspecto ha cambiado. Perdí mi ojo y la gente más bien me saca a escobazos cuando pretendo echarme en una pequeña sombra.


Mes 20:
Casi no puedo moverme. Hoy al tratar de cruzar la calle por donde pasan los autos, uno me arrolló. Según yo estaba en un lugar seguro, pero nunca olvidaré la mirada de satisfacción de conductor, que hasta se ladeó con tal de centrarme. Ojalá me hubiera matado, pero solo me dislocó la cadera. El dolor es terrible, mis patas traseras no me responden y con dificultades me arrastré hacia un poco de hierba en el camino.


Mes 21:
Tengo 10 dias bajo el sol, la lluvia y el frio. El dolor es insoportable,estoy en un lugar húmedo y parece que hasta mi pelo se está cayendo, ya casi estoy inconsciente; pero alguna fuerza extraña me hizo abrir los ojos. La dulzura de su voz me hizo reaccionar.


"Pobre perrito, mira como te han dejado", decía... junto a ella venía un señor de bata blanca, empezó a tocarme y dijo: "Lo siento señora, pero este perro ya no tiene remedio, es mejor que deje de sufrir." A la gentil dama se le salieron las lágrimas y asintió.


Como pude, moví el rabo y la miré agradeciéndole me ayudara a descansar. Solo sentí el piquete de la inyección y me dormí para siempre pensando en por qué tuve que nacer si nadie me quería.




La solución no es echar un perro a la calle, sino educarlo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

es muy triste

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