sábado, 8 de marzo de 2008

Boricua en la Luna



Desde las ondas del mar
que son besos a su orilla,
una mujer de Aguadilla
vino a New York a cantar
pero no sólo a llorar
un largo llanto y morir.
De ese llanto yo nací
como en la lluvia una fiera.
Y vivo en la larga espera
de cobrar lo que perdí.
Por un cielo que se hacia
más feo que mas más volaba
a Nueva York se acercaba
un peón de Las Marías.
Con la esperanza, decía,
de un largo día volver.
Pero antes me hizo nacer
y de tanto trabajar
se quedó sin regresar:
reventó en un taller.
De una lágrima soy hijo
y soy hijo del sudor
y fue mi abuelo el amor
único en mi regocijo
del recuerdo siempre fijo
en aquel cristal de llanto
como quimera en el canto
de un Puerto Rico de ensueño
y yo soy puertorriqueño,
sin ná, pero sin quebranto.
Y el echón que me desmienta
que se ande muy derecho
no sea en lo más estrecho
de un zaguán pagua la afrenta.
Pues según alguien me cuenta:
dicen que la luna as una
sea del mar o sea montuna.
Y así le grito al villano:
yo sería boricano
aunque naciera en la luna.

Juan Antonio Corretjer

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