Se trata de un evento bioquímico que comienza en el cerebro y pasa por 4 fases.
Si hiperventilas y tus palpitaciones van a galope. Si te sudan las manos y sientes mariposas en el estómago; si todo te da risa y ya no quieres comer..., puede ser que estés gravemente enfermo, pero de amor. Sí, así es, como dice la canción: "Estar enamorado es...". Son los síntomas del amor que, aunque parezca un cuento, tienen su fundamento en el proceso bioquímico, psicológico y social que experimentamos y que origina en el cerebro.
Es un sentimiento que ha sido objeto de miles de estudios y análisis científicos y que tiene una especie de ecuación química que aturde y podría llevar a los involucrados a la adicción.
“Vivimos para el amor, cantamos al amor, escribimos sobre el amor, matamos por amor y hasta hay quien muere por amor... El amor es importante por una razón, es lo que provoca y/o inicia el proceso de apareamiento, necesario para difundir el ADN al infinito”, señaló a Por Dentro la antropóloga estadounidense Helen Fisher, autora de Why We Love, de visita en el la Isla hace unas semanas.
Cuando nos enamoramos, las hormonas que definen biológicamente los géneros -la testosterona en los hombres y el estrógeno y la progesterona en la mujer- van a través de la sangre a los testículos, los ovarios y las cortezas adrenales, donde se activa el impulso sexual y provoca las emociones descritas anteriormente.
Según José Pando, psicólogo clínico y terapeuta sexual, se trata de un proceso va a la par con los estímulos sociales a los que estamos expuestos. “No se pueden desvincular, hay tantas expresiones sexuales como individuos hay”. ¿Qué pasa cuando nos enamoramos?
Primero, el flechazo
El cerebro produce y libera la feniletilamina, una substancia que recientemente se ha comenzado a asociar con el sentimiento del amor, luego de la teoría propuesta por los médicos Donald F. Klein y Michael Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico del Estado de Nueva York. Estos postularon que su producción en el cerebro puede desencadenarse por eventos tan simples como un intercambio de miradas, un roce o un apretón de manos.
Parece ser además un precursor de la dopamina que es la substancia responsable de las sensaciones del amor romántico según la teoría de la Dra. Helen Fisher, la que precisamente se activa en la segunda fase del proceso.
El enamoramiento
La dopamina tiene muchas funciones en el cerebro, incluyendo papeles importantes en el comportamiento y la cognición, la actividad motora, la motivación y la recompensa, la regulación de la producción de leche, el sueño, el humor, la atención y el aprendizaje.
Es la hormona que hace que nos sintamos cómodos y recompensados con una relación. Es el químico principal del sistema de recompensa, asociado directamente a los sentimientos del amor romántico intenso.
El apego
De otra parte, en la tercera fase -el apego- caemos en las redes de la oxitocina, la hormona que impacta el deseo de estar muy cerca de la persona deseada.
También se piensa que su función está asociada con la afectividad, la ternura, el contacto y el orgasmo en ambos sexos.
Algunos la llaman la “molécula de la monogamia” o “molécula de la confianza”. En el cerebro parece estar involucrada en el reconocimiento y establecimiento de relaciones sociales y podría estar asociada a la formación de relaciones de confianza y generosidad, entre las personas.
Es la hormona que se activa en otros tipos de relaciones como el de madre e hijo(a), especialmente en el proceso de la lactancia.
El mantenimiento
Pero, esta “química del amor” iniciada por la actividad cerebral y que tiene como protagonistas a la feniletilamina, la dopamina y la oxitocina, tiene un término.
Según José Pando, al cabo de un tiempo -dos o tres años desde que comienza la relación- se ingresa a otra fase: el mantenimiento, en la que las consideraciones sociales y psicológicas podrían determinar si la relación continuará o no.
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