martes, 3 de enero de 2012

El sastre...

Cierta vez un hombre visitó a su Rabí, y le relató su problema:


- Rabí, soy un sastre. Con los años gané una excelente reputación por mi experiencia y alta calidad de mi trabajo. Todos los nobles de los alrededores me encargan sus trajes y los vestidos de sus esposas.


Hace unos meses, recibí el encargo más importante de mi vida: El príncipe en persona escuchó de mí y me solicitó que le cosiera un ropaje con la seda más fina que es posible conseguir en el país. Puse los mejores materiales e hice mi mejor esfuerzo. Quería demostrar mi arte, y que este trabajo me abriera las puertas a una vida de éxito y opulencia. Pero cuando le presenté la prenda terminada, el príncipe comenzó a gritarme e insultarme.


- ¿Ésto es lo mejor que puedes hacer? Es una atrocidad. ¿Quién te enseñó a coser?


- Me ordenó que me retirara y arrojó el traje tras de mí. Rabí, estoy arruinado. Todo mi capital estaba invertido en esa vestimenta, y peor aún, mi reputación ha sido totalmente destruida. Nadie volverá a encargarme una prenda luego de esto. No entiendo qué sucedió, ha sido el mejor traje que he hecho en años.


El Rabí le contestó:


- Vuelve a tu negocio, descose cada una de las puntadas de la prenda y cóselas exactamente como lo habías hecho antes. Luego, llévala al príncipe de nuevo.


- Pero obtendré el mismo traje que tengo ahora - protestó el sastre - además, mi estado de ánimo no es el mismo.


- Haz lo que te indico, y Dios te ayudará - dijo el Rabí.


Dos semanas después, el sastre retornó a donde el Rabí:


- Rabí, usted ha salvado mi vida. Cuando le presenté nuevamente el traje al príncipe, su rostro se iluminó y exclamó: ¡Este es el traje más hermoso y delicado que haya visto en toda mi vida! Me pagó generosamente y prometió entregarme más trabajo y recomendarme a sus amigos. Pero Rabí, deseo saber ¿cuál era la diferencia entre el primer traje y el segundo?


El Rabí le explicó:


- El primer traje, fue cosido con arrogancia y orgullo. El resultado fue una vestimenta espiritualmente repulsiva que, aunque técnicamente perfecta, carecía de gracia y belleza. Sin embargo, la segunda costura fue hecha con humildad y con el corazón quebrado, transmitiendo una belleza esencial que provocaba admiración en quien la veía

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