jueves, 4 de octubre de 2012

Un político...


Un político llega a las puertas del cielo y se encuentra con San Pedro:

"Bienvenido al paraíso," – le dice San Pedro - "antes de que te acomodes, parece que hay un problema."

"Verás, muy raramente un político de alto vuelo ha llegado aquí, así que lo que haremos será hacerte pasar un día en el infierno y otro en el paraíso, y luego podrás elegir donde pasar la eternidad."

Lo acompaña al ascensor y baja hasta el infierno.

Las puertas se abren y se encuentra justo en medio de un verde campo de golf. A lo lejos hay un club y de pie delante de él están todos sus amigos políticos, todos bien vestidos y muy contentos.

Corren a saludarlo, lo abrazan y recuerdan los buenos tiempos en los que se enriquecían a costa del pueblo.

Juegan un partido de golf y luego por la noche cenan juntos en el Restaurante Gourmet del club, con langosta como plato principal.

Comparten la noche con hermosísimas y liberales jovencitas.

Se encuentra también el Diablo que es un tipo muy simpático y se divierte mucho contando chistes y bailando.

Se divierten tanto que, antes de que se de cuenta, es ya hora de irse. Todos le dan un apretón de manos y lo saludan mientras sube al ascensor. El ascensor sube, se abre la puerta y llega al cielo donde San Pedro lo está esperando:

"Ahora es el momento de pasar un día en el cielo," - le dice San Pedro.

Así que el político pasa las 24 horas saltando de nube en nube, tocando el arpa y cantando.

Ya estaba aburrido cuando después de las 24 horas, San Pedro va a buscarlo:

"Ya has pasado un día en el infierno y otro en el paraíso. Ahora debes elegir tu eternidad..."

El hombre reflexiona un momento y luego responde: 

"Bueno el paraíso ha sido descansado, pero creo que he estado mejor en el infierno, definitivamente elijo el infierno."

Así que San Pedro lo acompaña hasta el ascensor y otra vez baja hasta el infierno.

Cuando se abren las puertas del ascensor, se encuentra en medio de una tierra desierta cubierta de excrementos y desperdicios. Ve a todos sus amigos tristes, vestidos con harapos recogiendo desperdicios y metiéndolos en bolsas negras.

El Diablo lo alcanza y le pone un brazo sobre de el cuello.

"No entiendo," - balbucea el político - "ayer estuve aquí y había lindas mujeres, un campo de golf y un club. Comimos langosta y caviar, bailamos y nos divertimos mucho. Ahora todo lo que hay es un lugar desértico lleno de porquerías …. Y mis amigos parecen unos miserables".

El Diablo lo mira, sonríe y dice: 

"Ayer estábamos en campaña. Hoy… ya Votaste por nosotros."


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