martes, 8 de mayo de 2012

Corazones cerrados...


Cuando parezca que alguien te cierra su corazón, no te preocupes. 


A veces hay quien desconecta su corazón, cierra las persianas, y te deja fuera. No pueden acomodar la luz de tu sol en estos momentos. Durante un tiempo, su corazón no consigue calentarse, como cuando a veces tiemblas en la cama y no importa con cuantas sábanas te tapes. Así que su corazón se encoge y se aleja del amor.


¿Sabes cuando hay veces que no consigues centrarte en estudiar trigonometría o no entiendes las instrucciones para montar las piezas de una bicicleta? 


Así es como hay veces que el corazón de una persona no consigue centrarse en el amor. Su corazón se convierte en una tortuga que se mete en su caparazón y se separa del mundo exterior. O su corazón se convierte en caracol que se esconde en su delicada casita. 


Su corazón está sellado durante un tiempo, corto o largo. Pero porque su corazón permanezca sellado, no significa que tú tengas que cerrar el tuyo. Sólo tienes que respetarle, darle espacio.


En estos tiempos el amor en tu corazón debe ser tan grande como para permitir que haya otro que cierre el suyo. A lo mejor han estado expuestos al sol durante demasiado tiempo. A lo mejor están poniendo una tirita sobre su corazón. Quizá están haciendo una inspiración profunda. O quizá están haciendo lo mejor que pueden.


Esto apunta a la importancia de no tomarse las cosas de forma personal. Incluso si es personal, no te lo puedes tomar así. Si lo haces, te sientes ofendido. Pero si no te lo tomas personalmente, no te sientes ofendido. La compasión viene de no tomarse la aparente frialdad en el corazón de otro personalmente. 


Si Cristo se hubiera tomado las heridas de los leprosos como una ofensa, ¿cómo los hubiera curado? ¿Si tu corazón sangra porque el de otro está sangrando, cuanta compasión vas a tener si estarás curando tus propias heridas?


Cuando alguien se tenga que retirar de la arena de tu corazón, bendícele. Se están curando. Sólo que lo hacen de manera diferente a como tú quieres que lo hagan. Eso es todo lo que está pasando.


Y si alguien se quiere divorciar de ti, no tienen por qué pensar sobre ello lo mismo que tú. Son libres de retirarse, y tú eres igualmente libre de estar indemne tal como eres libre de sentirte herido. 


Las heridas no son algo que debáis contagiarte como podéis hacerlo de un resfriado. 


¿Puedes sentirte un poquito alegre de que el amor de otra persona te hay visitado? 


Puedes apenarte porque no se quedó, y sin embargo, no tienes que guardarle luto porque se haya ido. Lo que se ha ido se ha ido, y no lo puedes mantener prisionero. 


Tú también has sido liberado. Ciertos parámetros que fueron establecidos ya no funcionan, y ahora necesitas nuevas fronteras, o mejor aún, ninguna. 


El amor sin libertad no es amor. 



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