viernes, 25 de mayo de 2012

Mirador del rio...


Isla de la Graciosa vista desde el Mirador del Rió, Lanzarote

El famoso y reconocido artista César Manrique ha sido quien mejor ha sabido respetar la esencia de Lanzarote y conjugarla con el arte y la estética. En el Mirador del Río, mezcló como nunca el binomio arte y naturaleza.


Esta obra ofrece actualmente una vista privilegiada sobre la isla de La Graciosa y todo el archipiélago Chinijo, permitiendo que el visitante se integre con el paisaje. Pero, además, el propio mirador es en sí mismo una pequeña obra de arte natural.


Mirador del Rió

En esta ocasión, el río no es tal, sino que se trata del brazo del océano Atlántico que separa Lanzarote del archipiélago Chinijo. Es un parque natural formado por las islas de La Graciosa, la única que esta habitada, Alegranza, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste.


No hay mejor panorámica sobre Chinijo que el Mirador del Río. Se encuentra ubicado en lo más alto del Risco de Famara, a 400 metros sobre el océano, que se extiende a sus pies. Esta estratégica ubicación no es casualidad, el mirador ocupa lo que en su día fue el emplazamiento de una batería de artillería levantada en 1898, durante la guerra de Cuba y Filipinas, por miedo a un hipotético ataque de la Marina de Estados Unidos.


El Mirador del Río se inauguró en 1973 como uno de los primeros reclamos de turismo sostenible en Lanzarote. César Manrique, con la ayuda de Eduardo Cáceres y Jesús Soto, optó por excavar la zona, que había sido de uso militar, construir el nuevo edificio y, después, taparlo todo de nuevo con un manto de piedra volcánica.


El resultado es una construcción totalmente integrada en el entorno natural. En el exterior, apenas se observan unas pequeñas cúpulas semienterradas. Por dentro, un pasillo lleva al visitante a la sala donde se encuentran los dos miradores cubiertos. La superficie acristalada ha sido diseñada para incrementar el efecto de visión panorámica y, de paso, favorecer que la luz natural inunde la estancia, definida por el color blanco de las paredes y los techos, y la madera del piso.


Una escalera helicoidal da paso al nivel superior, donde se encuentra la tienda de regalos y las terrazas superiores. Sin embargo, la vista más espectacular del Mirador del Río se divisa desde el balcón, al que se accede por la sala interior. Prácticamente, arroja al visitante al vacío, con La Graciosa al frente, la playa del Risco y las Salinas del Río a sus pies y el horizonte como escenario.


Es muy probable que, después de unos minutos en el Mirador del Río, tenga curiosidad por conocer más de cerca la isla de La Graciosa, que se divisa perfectamente desde allí. Para ello, hay que dirigirse a Órzola, población desde la que parten los transbordadores que cubren diariamente la línea con la Caleta del Sebo, la puerta de entrada a la isla. 


Se trata de un trayecto plácido que solo se altera si, al doblar Punta Faraones, la resaca del Atlántico se intensifica. Si no ocurre, casi parece que se puede tocar con la mano el lecho del “río”.




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