martes, 8 de enero de 2013

El loro...


Un día recibí un loro por mi cumpleaños; ya era un loro adulto, con una muy mala actitud y vocabulario. Cada palabra que decía estaba adornada por alguna palabrota, así como siempre, de muy mal genio. 

Desde el primer día, trate de corregir la actitud del loro, diciéndole palabras bondadosas y con mucha educación, le ponía música suave y siempre lo trataba con mucho cariño.

Llego un día en que perdí la paciencia y grite al loro, el cual se puso más grosero aún, hasta que en un momento de desesperación, puse al loro en el congelador.

Por un par de minutos aún pude escuchar los gritos del loro y el revuelo que causaba en el compartimento, hasta que de pronto, todo fue silencio.

Luego de un rato, arrepentido y temeroso de haber matado al loro, rápidamente abrí la puerta del congelador.

El loro salió y con mucha calma dio un paso al hombro mio y dijo:

- "Siento mucho haberte ofendido con mi lenguaje y actitud, te pido me disculpes y te prometo que en el futuro vigilaré mucho mi comportamiento". 

Yo estaba muy sorprendido del tremendo cambio en la actitud del loro y estaba a punto de preguntarle qué es lo que lo había hecho cambiar de esa manera, cuando el loro continuó:

- "¿Te puedo preguntar una cosa?..."

-  "Si.. como no!!," - conteste.

- "¿Qué fue lo que hizo el pollo?"


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