Un día como hoy nací en el Rossevelt Hospital de New York. Mis padres originarios de Puerto Rico, se enamoraron a cientos de millas de distancia de su tierra.
Ha sido un año de luchas, batallas, lagrimas, tristezas, desengaños y soledad. Pero después de esas tormentas, ha venido la calma a mi vida. Dios ha sido mi paño de lagrimas y mi consuelo. He recibido fuerzas para continuar, y El ha puesto en mi camino a gente maravillosa, las cuales me ha dado todo su cariño y ánimos.
He recibido mensajes de felicitaciones de cuanta empresa, tienda y comercio, algunos descuentos, pero ninguno me perdona la deuda, jajaja, eso si seria un buen regalo. Pero lo mejor, he recibido mensajes de felicitación de amigos, familiares, conocidos, ex-compañeros de clases.
Bueno, ha sido fenomenal, ademas, tengo que agradecer a Dios, pues ha puesto en mi camino a una mujer maravillosa, la cual me ama y ha vuelto a mover mi corazón a revoluciones, que hace tiempo no tenían, espero que aguante, jjaja. Ya que esta viejito el pobre y después de tanto sufrimiento, lo que necesita es mucho cariño.
Le agradezco también a aquellos que han seguido mi blog y a mis amigos de Facebook.
Gracias Dios por mi madre, mis tias, mis hermanas, mis amigos, aquellos que han compartido conmigo mis tristezas y alegrías. Gracias a todos.
Este año estoy seguro sera aun mejor...
lunes, 6 de junio de 2011
viernes, 3 de junio de 2011
En los pequeños detalles
El alumno, según él, había terminado el cuadro. Llamó a su maestro para que lo evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y concentración durante un rato.
Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles.
Con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno el cuadro había cambiado notablemente.
El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre a sublime. Casi con reverencia le dijo al maestro: "¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado tanto el cuadro?"
"Es que en esos pequeños detalles está el arte". - Contestó el maestro.
Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles.
Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se abre, el beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia.
Todas las relaciones, familia, matrimonio, noviazgo o amistad, se basan en detalles. Nadie espera que remontes el Océano Atlántico por ella (aunque yo si lo hice), aunque probablemente sí que le hables el día de su cumpleaños.
Nadie te pedirá que escales el Monte Everest para probar tu amistad, pero sí que lo visites durante unos minutos cuando sabes que está enfermo.
Hay quienes se pasan el tiempo esperando una oportunidad para demostrar de forma heroica su amor por alguien. Lo triste es que mientras esperan esa gran ocasión dejan pasar muchas otras, modestas pero significativas. Se puede pasar la vida sin que la otra persona necesitara jamás que le donaras un riñón, aunque se quedó esperando que le devolvieras la llamada.
Se piensa a veces que la felicidad es como sacarse la lotería, un suceso majestuoso que de la noche a la mañana cambiará una vida miserable por una llena de dicha. Esto es falso, en verdad la felicidad se finca en pequeñeces, en detalles que sazonan día a día nuestra existencia.
Nos dejamos engañar con demasiada facilidad por la aparente simpleza. NO desestimes jamás el poder de las cosas pequeñas: una flor, una carta, una palmada en el hombro, una palabra de aliento o unas cuantas líneas en una tarjeta. Todas estas pueden parecer poca cosa, pero no pienses que son insignificantes.
En los momentos de mayor dicha o de mayor dolor se convierten en el cemento que une los ladrillos de esa construcción que llamamos relación. La flor se marchitará, las palabras quizá se las llevará el viento, pero el recuerdo de ambas permanecerá durante mucho tiempo en la mente y el corazón de quien las recibió.
¿Qué esperas entonces? Escribe esa carta, haz esa visita, levanta el teléfono. Hazlo ahora, mientras la oportunidad aún es tuya. NO lo dejes para después por parecerte poca cosa. En las relaciones no hay cosas pequeñas, únicamente existen las que se hicieron y las que se quedaron en buenas intenciones...
Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles.
Con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno el cuadro había cambiado notablemente.
El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre a sublime. Casi con reverencia le dijo al maestro: "¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado tanto el cuadro?"
"Es que en esos pequeños detalles está el arte". - Contestó el maestro.
Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles.
Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se abre, el beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia.
Todas las relaciones, familia, matrimonio, noviazgo o amistad, se basan en detalles. Nadie espera que remontes el Océano Atlántico por ella (aunque yo si lo hice), aunque probablemente sí que le hables el día de su cumpleaños.
Nadie te pedirá que escales el Monte Everest para probar tu amistad, pero sí que lo visites durante unos minutos cuando sabes que está enfermo.
Hay quienes se pasan el tiempo esperando una oportunidad para demostrar de forma heroica su amor por alguien. Lo triste es que mientras esperan esa gran ocasión dejan pasar muchas otras, modestas pero significativas. Se puede pasar la vida sin que la otra persona necesitara jamás que le donaras un riñón, aunque se quedó esperando que le devolvieras la llamada.
Se piensa a veces que la felicidad es como sacarse la lotería, un suceso majestuoso que de la noche a la mañana cambiará una vida miserable por una llena de dicha. Esto es falso, en verdad la felicidad se finca en pequeñeces, en detalles que sazonan día a día nuestra existencia.
Nos dejamos engañar con demasiada facilidad por la aparente simpleza. NO desestimes jamás el poder de las cosas pequeñas: una flor, una carta, una palmada en el hombro, una palabra de aliento o unas cuantas líneas en una tarjeta. Todas estas pueden parecer poca cosa, pero no pienses que son insignificantes.
En los momentos de mayor dicha o de mayor dolor se convierten en el cemento que une los ladrillos de esa construcción que llamamos relación. La flor se marchitará, las palabras quizá se las llevará el viento, pero el recuerdo de ambas permanecerá durante mucho tiempo en la mente y el corazón de quien las recibió.
¿Qué esperas entonces? Escribe esa carta, haz esa visita, levanta el teléfono. Hazlo ahora, mientras la oportunidad aún es tuya. NO lo dejes para después por parecerte poca cosa. En las relaciones no hay cosas pequeñas, únicamente existen las que se hicieron y las que se quedaron en buenas intenciones...
jueves, 2 de junio de 2011
Tres pipas
Una vez un miembro de la tribu se presentó furioso ante su jefe para informarle que estaba decidido a tomar venganza de un enemigo que lo había ofendido gravemente.
Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad. El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo.
El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol. Tardó una hora en terminar la pipa. Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero que sí le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa.
Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que ya que había cambiado de parecer, llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar. También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando.
Después regresó a donde estaba el cacique y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos.
Como siempre, fue escuchado con bondad pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores. El hombre medio molesto pero ya mucho más sereno se dirigió al árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo, su tabaco y su problema.
Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo: "Pensándolo mejor veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperaré un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho".
El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole: "Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras tú mismo".
No fueron las tres pipas lo que lo hizo reflexionar sino que si cuando estés irritado, cuenta hasta diez antes de hablar y si estás airado, cuenta hasta cien, es posible podamos pensar en las consecuencias.
La respuesta suave calma la ira, así como el aceite calma las olas. Esta respuesta suave, casi en voz baja, lenta y buena es una de las empresas más difíciles de este mundo...
Quería ir inmediatamente y matarlo sin piedad. El jefe lo escuchó atentamente y luego le propuso que fuera a hacer lo que tenía pensado, pero antes de hacerlo llenara su pipa de tabaco y la fumara con calma al pie del árbol sagrado del pueblo.
El hombre cargó su pipa y fue a sentarse bajo la copa del gran árbol. Tardó una hora en terminar la pipa. Luego sacudió las cenizas y decidió volver a hablar con el jefe para decirle que lo había pensado mejor, que era excesivo matar a su enemigo pero que sí le daría una paliza memorable para que nunca se olvidara de la ofensa.
Nuevamente el anciano lo escuchó y aprobó su decisión, pero le ordenó que ya que había cambiado de parecer, llenara otra vez la pipa y fuera a fumarla al mismo lugar. También esta vez el hombre cumplió su encargo y gastó media hora meditando.
Después regresó a donde estaba el cacique y le dijo que consideraba excesivo castigar físicamente a su enemigo, pero que iría a echarle en cara su mala acción y le haría pasar vergüenza delante de todos.
Como siempre, fue escuchado con bondad pero el anciano volvió a ordenarle que repitiera su meditación como lo había hecho las veces anteriores. El hombre medio molesto pero ya mucho más sereno se dirigió al árbol centenario y allí sentado fue convirtiendo en humo, su tabaco y su problema.
Cuando terminó, volvió al jefe y le dijo: "Pensándolo mejor veo que la cosa no es para tanto. Iré donde me espera mi agresor para darle un abrazo. Así recuperaré un amigo que seguramente se arrepentirá de lo que ha hecho".
El jefe le regaló dos cargas de tabaco para que fueran a fumar juntos al pie del árbol, diciéndole: "Eso es precisamente lo que tenía que pedirte, pero no podía decírtelo yo; era necesario darte tiempo para que lo descubrieras tú mismo".
No fueron las tres pipas lo que lo hizo reflexionar sino que si cuando estés irritado, cuenta hasta diez antes de hablar y si estás airado, cuenta hasta cien, es posible podamos pensar en las consecuencias.
La respuesta suave calma la ira, así como el aceite calma las olas. Esta respuesta suave, casi en voz baja, lenta y buena es una de las empresas más difíciles de este mundo...
Diario de una marioneta
“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan, y ¡Cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, esperaría a que saliera el sol.
Pintaría, con un sueño de Van Gogh, sobre las estrellas un poema de Benedetti y una canción de Serrat, sería la serenata que le ofrecería a la luna.
Regaría con mis lágrimas las rosas para sentir el dolor de sus espinas y el encarnado beso de sus pétalos….
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida….
No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, ¡Sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse!
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres….
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño por vez primera, el dedo del padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas las cosas que he podido aprender de ustedes, que realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo”.
No somos marionetas, ¿A que esperas para disfrutar de la vida?
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan, y ¡Cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, esperaría a que saliera el sol.
Pintaría, con un sueño de Van Gogh, sobre las estrellas un poema de Benedetti y una canción de Serrat, sería la serenata que le ofrecería a la luna.
Regaría con mis lágrimas las rosas para sentir el dolor de sus espinas y el encarnado beso de sus pétalos….
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida….
No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, ¡Sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse!
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres….
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño por vez primera, el dedo del padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas las cosas que he podido aprender de ustedes, que realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo”.
No somos marionetas, ¿A que esperas para disfrutar de la vida?
miércoles, 1 de junio de 2011
Mejores amigos
Un hombre, su caballo y su perro, caminaban por una calle. Después de mucho caminar, el hombre se dio cuenta que los tres habían muerto en un accidente.
La caminata era larga y cuesta arriba, el sol era fuerte y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed. Precisaban agua desesperadamente.
En una curva del camino, avistaron un magnifico portón de mármol, que conducía a una plaza calzada con bloques de oro; en el centro de ella había una fuente de donde brotaba agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que cuidaba la entrada desde una garita.
- "Buen día".- dijo el caminante
- "Buen día".- respondió el hombre
- "¿Qué lugar es éste?"
- "Esto es el cielo".
- "Qué suerte que llegamos aquí; estamos con mucha sed".
- "Usted puede entra a tomar agua a voluntad" - dijo el guardián, indicándole la fuente.
- "Mi caballo y mi perro también están con sed". - Dijo el hombre.
- "Lo lamento mucho; aquí no se permite la entrada de animales".
El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande, pero decidió no beber si dejaba a sus amigos con sed; y prosiguió su camino. Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio, cuya entrada estaba marcada por un portón viejo semi-abierto.
El portón daba a un camino de tierra, con árboles de ambos lados que le hacían sombra. A la sombra de uno de los árboles, un hombre estaba recostado, con la cabeza cubierta por un sombrero, parecía que dormía...
- "Buen día".- dijo el caminante.
- "Buen día".- respondió el hombre.
- "Mi caballo, mi perro y yo tenemos sed..."
- "Hay una fuente en aquellas piedras; pueden beber a voluntad".
El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed.
- "Muchas gracias" - dijo el caminante al salir.
- "Vuelvan cuando quieran" - respondió el hombre.
- "A propósito, ¿cual es el nombre de este lugar?"
- "Cielo".
- "¿Cielo?, ¡Pero si el guardián del otro portón de mármol me dijo que el cielo era allí!"
- "Aquello no es el cielo, aquello es el infierno".
El caminante quedó perplejo y dijo: - "Pero esta falsa información debe causar grandes confusiones".
- "De ninguna manera; ellos nos hacen un gran favor, porque allí quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos".
La caminata era larga y cuesta arriba, el sol era fuerte y los tres estaban empapados en sudor y con mucha sed. Precisaban agua desesperadamente.
En una curva del camino, avistaron un magnifico portón de mármol, que conducía a una plaza calzada con bloques de oro; en el centro de ella había una fuente de donde brotaba agua cristalina. El caminante se dirigió al hombre que cuidaba la entrada desde una garita.
- "Buen día".- dijo el caminante
- "Buen día".- respondió el hombre
- "¿Qué lugar es éste?"
- "Esto es el cielo".
- "Qué suerte que llegamos aquí; estamos con mucha sed".
- "Usted puede entra a tomar agua a voluntad" - dijo el guardián, indicándole la fuente.
- "Mi caballo y mi perro también están con sed". - Dijo el hombre.
- "Lo lamento mucho; aquí no se permite la entrada de animales".
El hombre se sintió muy decepcionado porque su sed era grande, pero decidió no beber si dejaba a sus amigos con sed; y prosiguió su camino. Después de mucho caminar cuesta arriba, con la sed y el cansancio multiplicados, llegaron a un sitio, cuya entrada estaba marcada por un portón viejo semi-abierto.
El portón daba a un camino de tierra, con árboles de ambos lados que le hacían sombra. A la sombra de uno de los árboles, un hombre estaba recostado, con la cabeza cubierta por un sombrero, parecía que dormía...
- "Buen día".- dijo el caminante.
- "Buen día".- respondió el hombre.
- "Mi caballo, mi perro y yo tenemos sed..."
- "Hay una fuente en aquellas piedras; pueden beber a voluntad".
El hombre, el caballo y el perro fueron hasta la fuente y saciaron su sed.
- "Muchas gracias" - dijo el caminante al salir.
- "Vuelvan cuando quieran" - respondió el hombre.
- "A propósito, ¿cual es el nombre de este lugar?"
- "Cielo".
- "¿Cielo?, ¡Pero si el guardián del otro portón de mármol me dijo que el cielo era allí!"
- "Aquello no es el cielo, aquello es el infierno".
El caminante quedó perplejo y dijo: - "Pero esta falsa información debe causar grandes confusiones".
- "De ninguna manera; ellos nos hacen un gran favor, porque allí quedan aquellos que son capaces de abandonar a sus mejores amigos".
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